— ¿Te gustan los acertijos? —le preguntó, como quien no quiere la cosa, mientras seguía su
camino.
— ¡Sí! ¡Mucho!
—Contestó Momo—. ¿Sabes alguno?
—Sí
—dijo el maestro “Hora”, mirando
sonriente a Momo—, pero es muy difícil. Muy pocos saben resolverlo.
—Eso
está bien —dijo Momo—, así me lo
aprenderé más tarde y se lo
repetiré a mis amigos.
—A
ver si lo adivinas —contestó el maestro “Hora”—. Atiende:
Tres hermanos viven en una casa: son de veras diferentes; si quieres distinguirlos, los tres se
parecen.
El primero no está: ha de venir.
El segundo no está: ya se fue.
Sólo está el tercero, menor de todos; sin él, no existirían los otros.
Aun así, el tercero sólo existe porque el segundo se convierte el primero.
Si quieres mirarlo no ves más que otro de sus hermanos.
Dime pues: ¿los tres son uno?, ¿o sólo dos?, ¿o ninguno?
Si sabes cómo se llaman reconocerás tres
soberanos.
Juntos reinan en un país que ellos son. En eso son iguales.
Los pensamientos de Momo
revoloteaban locos. No encontraba la menor pista. Pero “Casiopea”
había dicho que encontraría la solución. De modo que
volvió a empezar por el principio y repitió lentamente las palabras del acertijo.
Cuando llegó al lugar que dice:
El primero “no” está: ha de venir… vio que la tortuga le guiñaba un ojo. Sobre su caparazón aparecieron las palabras “Lo
que sé”, para desaparecer de nuevo al instante.
— ¡Calla, “Casiopea”
—dijo sonriente el maestro “Hora”,
que no la
había mirado—. No se lo soples. Momo sabe hacerlo sola.
Claro que Momo había visto
las palabras en el caparazón de la tortuga, y empezó a pensar qué querían decir. ¿Qué era lo que
sabía “Casiopea”? Sabía que Momo resolvería el acertijo.
Pero eso no resolvía nada.
¿Qué
más sabía? Siempre sabía qué iba
a ocurrir. Sabía…
— ¡El futuro! —Gritó Momo—.
El primero “no” no está: ha de venir: es el futuro.
El maestro “Hora” asintió.
—Y
el segundo —prosiguió Momo
“no” está: ya se fue: es el pasado.
El maestro “Hora” asintió y
sonrió encantado.
—Pero
ahora —dijo Momo pensativa—,
ahora se vuelve difícil. ¿Quién es el tercero? Es el menor de todos, sin él no existirían los otros, dice. Pero es el único que está.
Reflexionó y exclamó de repente:
— ¡Es ahora! ¡Este
instante! El pasado son los
instantes que ya
han sido y el futuro son los que han de venir. Así que los
dos no existirían si no hubiera presente. Eso es verdad.
A Momo empezaban a encendérsele las mejillas por el esfuerzo.
Continuó:
—¿Pero qué significa lo que viene ahora?
Aun así, el tercero sólo existe porque en el segundo se convierte el primero…
Eso quiere decir que el presente sólo existe porque el futuro se convierte en pasado.
Miró, sorprendida, al maestro “Hora”.
— ¡Es verdad! Nunca se
me había ocurrido. Pero
entonces, en realidad,
no existe el instante, sólo el pasado o el futuro.
Porque ahora, por ejemplo, este instante… cuando hablo de él ya ha pasado. Ahora entiendo lo que quiere decir:
Si quieres mirarlo, no ves más que otro de sus hermanos. Y ahora entiendo también lo demás, porque se puede pensar que sólo existe uno
de los tres hermanos: o el presente, o el futuro o el pasado. O ninguno, porque uno sólo existe
porque también
hay los demás. Se le revuelve a
uno la cabeza.
—Pero
el acertijo no ha terminado todavía —dijo el maestro
“Hora”—.
¿Cuál es el país en que los tres
reinan juntos y que
ellos mismos son?
Momo le miró perpleja. ¿Qué
podría ser eso? ¿Qué eran juntos, el pasado, el presente y el
futuro?
Paseó la vista por la inmensa sala, a lo largo de los millares de relojes, y de repente cruzó
sus ojos un relámpago.
— ¡El tiempo! —Exclamó, mientras batía palmas—. ¡Sí, es el tiempo! ¡Es el tiempo!
—Dime
todavía cuál es la casa en la que viven los tres hermanos —le exigió el maestro “Hora”.
—Es
el mundo —contestó Momo.
Michael Ende
Hecho por Raquel Menor